La primera tarea que nos fue asignada después de llegar al pueblito, fue bajar del camión las despensas para después poder repartirlas a las familias, antes de repartirlas nos presentamos, tuvimos una breve convivencia y después el Profesor Carlos Alberto González Valdés tuvo la idea de que las señoras escogieran 3 alumnos de nuestro grupo por familia para que cada trío fuera y conviviera con la familia.
Después de un rato los grupos salieron acompañados por las señoras hacia sus casas. A muchos les toco la fortuna de ayudar a preparar la comida hasta arreglar alguna fuga de agua que tuviera alguna tubería.
Mi grupo en lo personal, tuvo la dicha de probar deliciosos alimentos preparados por Doña Socorro. Unos frijoles, un queso fresco, que ella preparo con la vaca que tenían y una salsa roja para acompañar las tortillas con sal.
Doña Socorro siempre fue muy amable con nosotros, nos platicaba de todo y siempre estaba sonriente.![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5WB2wx7C7IzRzJ8Pgv43teP6MZCrafQOK91LJ27IbCnDlOALMwbcIyZmAsWSv1qCgkYhOMr7TEJbVO7rgtpkseW3N2J9vABB5RO7__uIo9ZMjA1xq_ugHT8cfzEsGw40xzM-Lqji7PUM/s320/DSC04938.JPG)
Se le notaba que vivía una vida solitaria ya que su hijo y esposo siempre estaban fuera trabajando, y sus otros hijos se habían ido al extranjero a buscar oportunidades.
Ella nos decía que no entendía porque les interesaba tanto el dinero a sus hijos si ahí en el pueblo vivían felices y tranquilos.
Doña Socorro en sus ratos de ocio se ponía a hacer deshilados. Hacia desde manteles que le tomaban 4 meses, hasta servilletas que hacia en 10 días.
Doña Socorro tenía que caminar todos los días por un sendero muy angosto y peligroso, pues siempre iba a rezar el rosario en la capilla del pueblo que se encontraba a unos 10 minutos de su casa. Ella y su esposo necesitaban medicamentos los cuales no tenían ya suficientes, Doña Socorro nos decía que ella sentía un constante zumbido en su oído derecho el cual no la dejaba dormir. Nosotros le prometimos tratar de ayudarla en lo que se pudiera, de hecho ella nos pidió que la enseñáramos a leer y a escribir, pero en especial a leer pues siempre había querido leer sus oraciones, le regalamos una imagen de San José Maria para que le rezara.
Después de eso regresamos a la capilla, nos despedimos de todas las familias y regresamos a la hacienda La labor.![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgH49VKF4ezukle_Zq2wDocHS-Z8MKJ7i6bI6cdcn8SzBT7kiHRDfsWCCEIg16r_FkjCYrW8KkM00gkLl0RrJWCjYFwN2KgRxqlnldMEW2rBYX1WJ63AJuJrcIoztWFyn3R6ssnwpnm9iw/s320/DSC04944.JPG)
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiH7HfgeifGCczcz0sO3-CKIzqPNmga8pSkYYF_4Kk_kGqqCA54nb5FUu9uwd0M87ciz2kCSJTahg30H1bx_YM8EW1GRAgsqYy3vko-mbFhzJNIq5M-9xFkAqe9bIvQ16-6ZASZ0JPY5c/s320/DSC04981.JPG)
Después de un rato los grupos salieron acompañados por las señoras hacia sus casas. A muchos les toco la fortuna de ayudar a preparar la comida hasta arreglar alguna fuga de agua que tuviera alguna tubería.
Mi grupo en lo personal, tuvo la dicha de probar deliciosos alimentos preparados por Doña Socorro. Unos frijoles, un queso fresco, que ella preparo con la vaca que tenían y una salsa roja para acompañar las tortillas con sal.
Doña Socorro siempre fue muy amable con nosotros, nos platicaba de todo y siempre estaba sonriente.
Se le notaba que vivía una vida solitaria ya que su hijo y esposo siempre estaban fuera trabajando, y sus otros hijos se habían ido al extranjero a buscar oportunidades.
Ella nos decía que no entendía porque les interesaba tanto el dinero a sus hijos si ahí en el pueblo vivían felices y tranquilos.
Doña Socorro en sus ratos de ocio se ponía a hacer deshilados. Hacia desde manteles que le tomaban 4 meses, hasta servilletas que hacia en 10 días.
Doña Socorro tenía que caminar todos los días por un sendero muy angosto y peligroso, pues siempre iba a rezar el rosario en la capilla del pueblo que se encontraba a unos 10 minutos de su casa. Ella y su esposo necesitaban medicamentos los cuales no tenían ya suficientes, Doña Socorro nos decía que ella sentía un constante zumbido en su oído derecho el cual no la dejaba dormir. Nosotros le prometimos tratar de ayudarla en lo que se pudiera, de hecho ella nos pidió que la enseñáramos a leer y a escribir, pero en especial a leer pues siempre había querido leer sus oraciones, le regalamos una imagen de San José Maria para que le rezara.
Después de eso regresamos a la capilla, nos despedimos de todas las familias y regresamos a la hacienda La labor.