domingo, 4 de enero de 2009

La culturad del copiado


En la vida académica de nuestra generación, en general en nuestro país, en nuestro estado, o como mínimo en nuestra preparatoria, se ha vuelto común el hábito de obtener las respuestas para los exámenes de una forma deshonesta. El hábito de pretender saber algo que no sabes, con el fin de obtener una calificación que no mereces, para querer demostrar que eres algo que no eres. En pocas palabras se ha vuelto común “el copiar”, que engloba las formas deshonestas de conseguir respuestas en las evaluaciones, que van desde: ver el examen de al lado, pasarse las respuestas, sacar el famoso “acordeón” (a veces hasta el libro o cuaderno), a métodos más sofisticados que implican el uso de la tecnología.

Lo triste de esta situación es que el copiar ya no implique una carga en nuestra conciencia. Nos parece más valioso nuestro falso 10 copiado, que un 4 bien merecido, o que un 8 por el nos pasamos horas estudiando, y lo peor de todo es que no solo no vemos el copiar como algo sucio y deshonroso, sino que nos sentimos orgullosos de haber copiado en el examen más difícil, y nos creemos más inteligentes que el profesor por haberlo engañado. Pero en realidad solo nos perjudicamos a nosotros mismos.

Mes con mes nuestros padres pagan la colegiatura. Pagamos por educación, por aprender, no por un papel que diga que tenemos un 9 o un 10. Pero al copiar lo que hacemos es tirar el dinero que nuestros padres invierten en nosotros y mentirles como si en realidad lo hubiéramos aprovechado.

Es curioso como algunos nos sentimos mas inteligentes que los demás cuando copiamos, y pensamos: “ja, él se pasó todo el fin de semana estudiando como loco, y sacó un 7, pero yo que no estudié nada y me divertí saqué un 10”
La pregunta entonces seria, ¿quién fue el más inteligente de los dos? La conciencia deformada del que copia se quiere hacer creer que fue “astuto” y no deshonesto, y seguramente obtendrá mayores beneficios y premios que el que sacó un 7, pero dentro de él ese 10 no vale nada. Él no pudo solo. Tomó la salida fácil y la del cobarde que no puede enfrentar sus obligaciones, y esto le provoca inseguridad que lo llevará a copiar una y otra vez cuando lo necesite. Nunca podrá salir adelante de una forma honesta.
El que sacó el 7 con su propio esfuerzo, tiene la certeza de que puede hacerlo solo, y que puede superarse, tiene la conciencia limpia, y lo más importante de todo, cumplió con su objetivo principal en la vida académica; estudió y aprendió algo nuevo, y aprovecho el dinero que se esta invirtiendo en el.

Pero el copiar no se olvida cuando se llega a la universidad o a la maestría. Es triste saber que hay quienes siguen copiando incluso en el doctorado. ¿Se puede esperar que quién pasa su preparatoria copiando sea una persona honesta en su vida profesional?

Es aun más triste que el copiar se haya vuelto parte de la cultura. Si podemos copiar en un examen final; ¿cuantas otras acciones deshonestas también nos pueden parecer un acto de astucia e inteligencia? Así, poco a poco contribuimos a que nunca se logre ese cambio que tanto anhelamos en nuestro país.

No hay que dejarnos llevar, hay que ser honestos. Avergonzarnos de las veces que hemos engañado de esta manera, aprender a aceptar lo que nos merecemos, y comprender que las calificaciones no son más que un número en un papel, que son consecuencia de lo que importa en realidad: estudiar y aprender.